Autor

Jhon jairo cardona

A muy temprana edad, mi historia gastronómica inició en los fogones de la calle, al lado de mi madre, y en las cocinas campesinas alimentando jornaleros en los tiempos de la bonanza cafetera. Entre la leña, la yuca y el maíz se forjaron los cimientos de una carrera culinaria, que lejos de ser mi sueño vocacional, se convirtió para mí en el sustento del diario vivir. Y gracias a las oportunidades laborales que me ofrecieron cafeterías, pastelerías, ventas ambulantes y reconocidos restaurantes típicos de la ciudad, entre otros a quienes también agradezco, se formó en mí un amplio conocimiento en diferentes disciplinas que hicieron la apertura técnica de la cocina en mi vida.

Entre mesas, manteles y platos se formaron relaciones que, más adelante, contribuyeron al avance de proyectos decisivos para la independencia creativa, y es donde empezó la autoría del cocinero. Pero, como toda trocha, tiene su hueco…

Llega 1999, un año decisivo en nuestras vidas cuyabras; y, así como se sacudió la ciudad de Armenia con un fuerte terremoto, de igual forma se sacudía la vida de nosotros. Esta situación me lleva de nuevo al fogón de calle, a retomar la cocina informal, a vender empanadas, fritos y amasijos, los mismos que vendía de niño, pero en esta ocasión ya sin mi madre.

Pasa el tiempo y vemos cómo la ciudad se levanta, la gente progresa y, de nuevo, los balcones florecen y con ello las oportunidades. Se retoman los eventos sociales y, allí, mi momento de resurgir entre las cenizas llegaba. Es así como empieza una etapa en los banquetes, y con ello las primeras ventanas de la experiencia culinaria, lo sensorial de la cocina y lo maravilloso del comer. “El comedor será siempre un espacio de compartimiento.”

Brindar eventos para mí representó un desafío gigante, tanto económico como profesional, y gracias a la exigencia del mismo, a la demanda y popularidad de mi labor, es que empiezo a tener un compromiso de formación académica en mi vida profesional como chef.
En la búsqueda del conocimiento y la necesidad de plasmar una gastronomía propia, donde se expresara el sabor del Quindío, nació la salsa de café de mi autoría, la cual por 20 años ha sido la protagonista, evocando las pailas y los sartenes, los guisos y ahogados montañeros, exaltando los aromas amargos, cítricos y dulces del café. Fue así como, tras prueba y error, llegó la oportunidad de mi vida: fundar la ESTACIÓN GOURMET DEL PARQUE, con el plato del café, haciendo de la cocina experimental una vivencia con sabor a café.

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Ven a vivir esta gran historia de vida, hoy representada en una exquisita gastronomía que te transportará a las vivencias de nuestro autor…

Kilometro 6 via Pueblo Tapao, Montenegro, Quindío

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